martes, 16 de junio de 2009

Carta A Alguien Del Mas Allá

La casa estaba llena de ruido, por eso me acuerdo de ese momento, de tu acción y la acción de los demás, de cómo todos miraban cómplicemente, detrás de mi espalda, sin piedad. Me detuve en el mismo lugar, esta vez sin ruido y sin gente, recordé la situación, reviví la experiencia de ira, que nunca va a ser odio, y sentí lo que ya no esta, lo que ya nunca va a volver a pasar. Recorrí la habitación de la misma manera, hasta intente gesticular igual, seño fruncido y la mirada, tan libre, en una pared, sin querer mirar a nadie. Al llegar al sillón no logre sentarme como lo había hecho, mi instinto me decía que algo tenia que cambiar para no estallar de la misma manera.
En el instante en que estaba por terminar de graficar la secuencia, de poder, por fin, representar toda la rabia que sentí, entro al juego otra cuestión que no había llegado a percatar en el momento del hecho, un vaso de cerveza, ya caliente y con tu rouge marcado en el borde, justo en la mesa de al lado donde se encontraba él. Entre en una nueva crisis, la vena loca la vi reflejada en la sombra de la pared y el portarretrato quebrado en el suelo, intente abstraerme y sentir la libertad de quien ya no esta, volar un poco mas allá y ver lo positivo, mas bien lo incoloro, lo deforme y decodificado que quedaron mis sentires, en plena libertad.
En cuanto pude mantener mi concentración en lo que necesitaba, seguí graficando y con el pecho ya fuerte y bien salido, encare el ultimo tramo del recorrido, la ultima vuelta, el final de la rosca, la línea tope de este arduo e incomodo trayecto, donde solo, tan solo, quedaba el grito entre llanto, los ojos salidos y bien adentro tuyo, ese puñal que te hizo terminar.